A la memoria de Pura.
Se rompió un cristal,
al igual que se rompieron las alas de las mariposas
al quedar engarzadas entre las espinas de las rosas
y la fragancia de las espigas de lavanda de tu jardín,
se cerraron tus ojos y se apagó tu voz,
al mismo tiempo que el canto de un ruiseñor.
Emprendiste un viaje sin retorno hacia la eternidad
y volaste al confín azul, profundo y sereno
para contemplar la luz divina,
del rostro de Nuestro Señor.
Te fuiste tranquila, sin dolor ni sufrimiento, apaciblemente
entre las sombras de la noche y sin despedirte.
Hay quien dice que no son tristes las despedidas,
díle a quien lo dijo que se despida.
Yo te digo a ti querida Pura, que todos estamos muy tristes
al tener que decirte hasta siempre Purita.
Con todo nuestro cariño.
09.08.018.
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