Mi nombre es Clebella, y soy venezolana, tengo 84 años. Hace 16 años me quedé viuda de un Coruñés.
Por razones conocidas de política, mi familia y yo salimos de Venezuela y nos vinimos a A Coruña. Finalmente mi travesía por Galicia termina aquí, donde llevo 8 años en la Residencia San Carlos de Celanova, donde estoy pasando tranquila y felizmente mi tercera edad.
Me gusta mucho este pedacito de tierra hermosa que es Celanova. Gracias a Manuel Doallo, un gran amigo, mi cuidador que me saca a pasear y a conocer varios rincones, conozco bien el lugar.
Pasear por Celanova y contemplar sus calles limpias y silenciosas, las fachadas de las casas, sus bellos jardines… es como estar en un remanso donde apenas se oye el rumor apacible del viento que invita a soñar y a vivir tranquilo.
Celanova es hermosa, tierra de músicos. Bandas musicales y gaiteros alegran los días festivos. Cuna de grandes escritores y poetas que han dejado en sus libros la grandeza y la belleza de este pueblo.
Pasar la tercera edad en este lugar me ha servido mucho para seguir manteniendo el optimismo y la positividad.
Es como un pedacito de mundo que nos enseña muchas cosas y nos invita a soñar, a vivir.
Es como si una rosa cae en el mar e intenta salir de esas aguas inmensas, balanceándose en las olas.
Los parques y las plazas pulcramente cuidados, invitan a recrear la vista cuando empieza la primavera, por sus flores, sus mariposas, los pájaros alegres cantando. En fin, es como ya lo dije un remanso donde podemos vivir tranquilos y con seguridad, una de las cosas más importantes para la comunidad.
Tengo una anécdota que contar, en un paseo con mi amigo Manuel por las afueras. En una casa pequeña, estaba en la puerta un perrito muy juguetón, y cuando escucho el ruido de las ruedas de mi silla empezó a ladrar. Lo salude diciendo hola! Y el perrito se me subió en las piernas como queriendo contestar cariñosamente mi saludo. Es una anécdota muy linda porque los animales también perciben el cariño de las personas.
Esto es un pequeño recuento de mi vida aquí en Celanova, estoy pasando mi vejez tranquila, segura, sin peligro, y bien atendida por un personal maravilloso que nos cuida con todo cariño.
Actualmente estoy pasando por un trance un poco enredado, debido a mi pérdida de visión. Llevo 40 años luchando con la diabetes. He conocido personas magníficas que hacen su trabajo con toda dedicación y todo respeto hacia nosotros, las personas mayores.
Entre esas personas que he conocido a Sara Fernández, fisioterapeuta, que me ha ayudado mucho no solamente a nivel sanitario. Sino que esa mujer con una risa hermosa me ha ayudado a mantener el optimismo y la felicidad.
Gracias
Y así termino mi pequeño relato homenaje a Celanova, ese pequeño pedazo de tierra que me ha dado tanto.
Con todo cariño, Clebella